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Fabiana Giannini: “Los chicos del centro Nantue, son mi motor diario”

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Actualizado: 15 may 2020

EL CAMINO DE UN SUEÑO CUMPLIDO.


Fabiana Giannini: “Los chicos del centro Nantue, son mi motor diario”


Dueña de un instituto para chicos con discapacidades, nunca se dio por vencida. Estudiosa, trabajadora y amante de los niños, luchó para llegar a donde está hoy.


Por: Juana Lemos.



Giannini afirma que su trabajo es difícil y que hay que ponerle alma, corazón y vida. Cortesía de Giannini.


Fundar un Centro Terapéutico en plena crisis argentina es una tarea para pocos. Este es el caso de Fabiana Giannini, que junto a su marido, decidió ir por su sueño más grande, abrir una institución para chicos con discapacidades en Olivos. “El 2003 fue un año muy duro, pero en ese momento sentimos que era nuestro camino”, recuerda sonriendo. Con hijos de por medio, esfuerzo y sacrificio, colmaron a Nantue, como se hace llamar el centro, de mucho amor. Maria Weber, madre de uno de los alumnos, asegura: “No me olvido del primer día en que pisé el centro, tenía miedo e incertidumbre, pero Fabi me dejó tranquila, supe que a mi hijo lo dejaba en buenas manos”.

Giannini describe que el primer año fue luchar contra viento y marea, tener un objetivo claro y pelear por ese objetivo. Nantue abrió sus puertas en 2005 y terminó de habilitarse por completo en 2013. “Los primeros años trabajaba hasta las nueve de la noche”, remarca.



“Veníamos de trabajar en lugares grises y tristes, entonces decidimos colmar a Nantue de colores, luces y plantas”, menciona Giannini, quien posa con su marido en la imagen Cortesía de Giannini.


Recibida hace 38 años como fonoaudióloga en la Universidad del Salvador, explica: “Me encantaba el encuadre del Salvador, pero mis padres me dijeron que no me la iban a pagar”. Sin embargo, decidió ir por lo que quería y trabajaba nueve horas diarias como secretaria de una empresa administrativa, para pagarse sus estudios. “Llegaba a mi casa a las 10:30 de la noche. Fue un sacrificio enorme para mi, pero me dio muchas herramientas para poder defenderme en la vida”, cuenta recordando esa época. Sería por esto que, Ricardo Meritello, su marido, años después, asegura que es una persona que tiene bien claro su propósito y lo que quiere lograr.

Terminados sus estudios y trabajando Ad Honorem en el Hospital Fernández, abrió el área de estimulación temprana y necesitaban fonoaudiólogos. “Levanté la mano enseguida, no sabía mucho, pero me interesaba la temática”, relata Giannini con una sonrisa. Allí se dio cuenta de que no tenía las herramientas necesarias para tratar a sus pacientes y explica que, por eso, decidió especializarse en Neurodesarrollo Bobath: una metodología que se enfoca en chiquitos con patologías cerebrales. Hoy, Nantue, trabaja con profesionales en esta metodología. “Si me sacas al chico neuropediátrico yo no sé que hacer, me encanta lo que hago”, añade admitiendo su pasión por el trabajo.


“Si me sacas al chico neuropediátrico yo no sé qué hacer, me encanta lo que hago”.

Ella es directora del centro y se encarga, entre otras cosas, del área de Recursos Humanos. “Permanentemente nos está acompañando y ayudando a resolver las situaciones que se presentan”, asegura Rosaura Rimoldi, asistente social de Nantue. Otra de sus tareas diarias es atender a los chicos, ellos además del trabajo en el aula, cumplen con sus terapias en el centro. “Está alerta a cada uno de los alumnos y si nota algún cambio en su conducta o su carácter, se comunica inmediatamente con nosotros”, expresa Maria Weber.



Sus padres, italianos, le dejaron grandes enseñanzas que hoy trata de transmitirles a sus hijos. “Ellos la sacaron adelante, me demostraron que el único recurso para seguir, es el trabajo”, explica con orgullo. Hoy en día, en su poco tiempo libre, sigue leyendo y estudiando. Rimoldi remarca que Giannini es inquieta y siempre se está actualizando, además, cuando abrió la primera diplomatura en Autismo y Síndrome de Asperger, no dudó en anotarse.

Meritello, destaca en Giannini, que da lo mejor de ella a su familia y a los niños. Apasionada y dedicada a su gran proyecto, afirma: “Los chicos del centro Nantue, son mi motor diario”. Todos la conocen y la llaman, disfruta de las actividades grupales, ríe y baila con ellos. Agrega: “Me siento absolutamente colmada y realizada con lo que hicimos, fue muy duro, pero en este momento funciona, me siento feliz”.












Giannini acompaña a los chicos en una de las salidas

para trabajar la socialización.

Cortesía de Giannini.



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