Desde la llegada del COVID-19 el país se paralizó. Los padres están desbordados y los chicos estresados ante la nueva educación no presencial.
Por Victoria Vera Ziccardi.
A partir de marzo se estableció la cuarentena obligatoria con la llega de la pandemia del coronavirus a la Argentina. El sistema educativo del país se vio inmerso en una gran problemática, la educación a distancia. Muchos colegios optaron continuar el proceso de enseñanza con la modalidad online, pero en el caso de alumnos de educación primaria e inicial estos no tienen autonomía total respecto a la tecnología que si manejan los alumnos de mayor edad. Son los padres quienes tienen que orientar a sus hijos con los contenidos dados por los docentes.
Sumado al estrés que hay por el trabajo, por los vínculos afectivos y por el sistema de salud, se les suma a varios la problemática de ayudar a sus hijos con la escuela. “En entrevistas escucho a papás y los noto angustiados, angustias que tienen que ver con incertidumbres sobre qué puede pasar, angustia porque tienen que estar todo el día con sus hijos y con sus trabajos y no saben cómo manejarlo”, afirma Guadalupe Alonso, directora pedagógica del nivel primario en el Colegio Lucero Norte, de Pilar.
“Los padres están más atentos al caudal de contenidos porque les afecta a ellos”, sostiene Guadalupe Alonso, integrante del equipo directivo de un colegio de Pilar. Foto: Shutterstock.
Las familias se encuentran frente a un desafío épico, deben acompañar y orientar a los niños en la enseñanza. Para los pequeños sus padres son “influencers” y según como estos se comportan con su entorno los niños observan y toman tanto los aspectos negativos como los positivos; pero al reforzar los positivos los hacen ser más seguros de sí mismos. Laura Radovich, psicóloga y mamá de Franco de once años y Sofía de siete, cuenta que en su familia a los chicos tratan de darles seguridad y contenerlos, ya que tienen las emociones más a flor de piel. También piensa que es importante ayudarlos a organizarse, mantener rutinas y respetar los espacios de cada uno, así ninguno se siente invadido por el otro.
¿Cómo se adaptan los papás a la educación online? Cortesía: Guadalupe Alonso.
Salir de la zona de confort implica agotarse y educar a los chicos también requiere mucha paciencia y acompañamiento. Hay padres que les cuesta esta tarea y se encuentran estresados frente a la exigencia de los maestros; y hay otros que aprovechan esta situación para fortalecer vínculos con sus hijos, aprender cómo ayudarlos y ver cómo reaccionan ante la frustración. Deben entender que los más pequeños también se estresan frente a las exigencias y se encuentran frente a un escenario desconocido. “No es lo mismo el proceso de aprendizaje en la escuela, donde hay un montón de cosas como contenidos y horarios que tienen que ver con el funcionamiento del colegio, que en la casa donde no pueden hacer ni la mitad porque la dinámica es distinta”, opina Alonso.
Los niños observan y toman tanto los aspectos negativos como los positivos; pero al reforzar los positivos los hacen ser más seguros de sí mismos. Foto: Shutterstock.
En una nota para Clarín, Laura Lewin, especialista en gestión educativa, destacó la importancia de la tecnología en este contexto y que gracias a ella podemos aprender lo que sea, cómo sea y dónde sea, sin los condicionamientos del espacio y el tiempo. Ante esta nueva pedagogía hay padres que temen que sus hijos no aprendan tan eficazmente como lo hacen en el aula, ya que es un formato al que ellos no están acostumbrados. Laura Radovich, explica que para ella esta herramienta ayuda a garantizar la continuidad pedagógica de sus hijos y de los chicos en general, y que también lo bueno de las clases online es que permiten que los chicos no pierdan contacto con sus compañeros y fundamentalmente con las docentes.
“Los padres están más atentos al caudal de contenidos porque también les afecta en parte a ellos, no digo que sean todos, pero si un gran porcentaje (…) ahora que están más involucrados se dan cuenta la función que tenían los maestros y que tan importante es”, afirma Alonso. El rol de los docentes no se va a poder reemplazar, pero si se puede intentar asistir a los menores, aprovechar para aprender de ellos, inculcarles responsabilidad y ayudarlos a que tengan más autonomía.
Una vez pasada esta situación los menores van a haber adquirido nuevas herramientas, lo mismo podrá ocurrir con los padres luego de tanto esfuerzo. “Tengo la esperanza de que pronto mis hijos puedan volver a la escuela y seguramente esto sirva de aprendizaje para encontrar nuevas maneras de acompañarnos y enfrentar una situación de crisis”, concluye Radovich.
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